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terça-feira, 19 março, 2024

La petrodolarización de la política

Fabricio Ojeda y la insurrección como proceso: los decisivos años 1958-1960
Este ensayo se comenzó a escribir el domingo 22 de enero, cuando me preparaba para participar en los actos que conducirían a Fabricio Ojeda al Panteón Nacional.
En 1958 la mayoría de nosotros promediaba los veinte años o teníamos esa edad. Veníamos saliendo de la oscuridad de la dictadura perezjimenista, cuando acceder a libros de pensamiento revolucionario e informaciones sobre lo que pasaba en Venezuela y el mundo, era subversivo y te conducía directamente a la prisión y a la tortura. Sin embargo, como en el caso de la situación presentada con Hugo Trejo, supimos ver claro el camino, pero no teníamos peso decisivo en las direcciones políticas. Estas estaban tomadas por las generaciones del 28 y del 36, que supieron luchar, hasta que algunos, como Rómulo Betancourt, se convirtieron en traidores. La lucha armada provocó reacomodos en la dirección.
Ahora celebramos a Fabricio Ojeda, al Presidente Chávez y  tratamos de limpiar el camino a los que están llegando, hasta donde lo poco que sabemos nos lo permita. El mensaje más importante es que aprendan a pensar y actuar con cabeza propia.
Es clave que no se dejen corromper por la cultura petrolera, por los petrodólares, que aun cuando se han hecho escasos, siguen influyendo decisivamente en la política venezolana. Esa visión política y sobre todo cultural, petrodolarizada, es el principal obstáculo para los que están tocando las puertas de la política. Sobre todo para los que han logrado entrar. Muchos ya se han petrodolarizado. Aprendan a apoyarse en las propias fuerzas, en las fuerzas telúricas y celestiales de los pueblos. Recursos  materiales siempre habrá. A veces son difíciles, pero si tienen un camino espiritual claro, los encontrarán. No olviden el mensaje de El Principito: lo esencial es invisible a los ojos.
Yo no estoy tratando de juzgar y mucho menos condenar. Estoy tratando de comprender, aprender para que en los años de vida que me queden tratar de hacerlo mejor y sobre todo, por lo menos, trasmitir acerca de lo que no es. Lo que es, lo irán descubriendo los jóvenes. Usando palabras de Pío Gil: los nuevos, los incontaminados, que no he alcanzado a conocer, pero que he podido presentir. Por fortuna he conocido a jóvenes y viejos de edad, que son prístinamente nuevos, luminosos, que traen la luz en la frente y en la mirada.
Aférrense a una formación ética y espiritual firme y no cedan a las tentaciones de la cultura petrolera. Estudien a Marx y a los grandes pensadores sobre teorías políticas, sociales y humanistas. Pero no olviden a los grandes maestros espirituales. A Buda, Moisés, Jesús, Mahoma, Sukuinushisama…
La ofensiva final de Fabricio: la marcha hacia el Panteón Nacional
Comandados por Fabricio Ojeda entran al panteón nacional, los asesinados, los “desaparecidos”, los lanzados desde helicópteros, los masacrados, los fusilados, los quemados rociándoles gasolina, los tasajeados, los niños muertos por una patada en el vientre de la madre encinta, los enterrados vivos, los torturados para robarles la dignidad… Esa manera de entrar al panteón puede significar que otra historia comienza a escribirse.
Yo debería estar saliendo hacia República Dominicana, para asistir a la reunión de la Celac, a la que fui invitado. Pero mis afectos y amor que nacen0desde mi corazón y de mi alma, dijeron donde debía estar: acompañando a nuestro comandante Fabricio Ojeda y a mis demás hermanos en esta marcha hacia el sagrado Panteón Nacional. Inspirado en una frase de nuestra amada compañera guerrillera, María León, he estado soñando con esa marcha de miles y miles de combatientes descendiendo desde las montañas, atravesando sabanas, ríos, pueblos, barrios, ciudades, dirigiéndose hacia el Panteón Nacional y seguramente, aun cuando no los veamos, estarán el 23 de enero, marchando con nosotros cantando la internacional, el himno de la juventud, canciones de “Los Taparos”, de Alí Primera y nuestro magno himno nacional. En esa batalla que se sigue librando más allá de esta dimensión física, ellos también dicen presente. Regresando con versos de El Chino Valera Mora:
Me voy a despeñar sobre los crueles/ que han hecho de la patria un agujero/
y si no asiste el pecho a la camisa/
y me matan de muerte sin lucero,/
esperadme, os los pido caminando,/
que yo regresaré como los pueblos/
cantando y más cantando y más cantando.
(Canción del Soldado Justo).
Compañeros vuestra muerte está siendo honrada y aquí estamos diciendo ¡Presente! Recordando a José Martí que dijo: “Cuando se muere/ en brazos de la patria agradecida,/ la muerte acaba, la prisión se rompe; ¡empieza, al fin, con el morir la vida!”… “Yo moriré sin dolor: será un rompimiento interior, una caída suave y una sonrisa.” “Se ha de vivir y morir abrazado a la verdad. Y así, si se cae, se cae en una hermosa compañía”
¿Se abre un ciclo para la recuperación de la historia?
Creo que se abre un nuevo ciclo de recuperación de la historia, de búsqueda de las verdades. Fuimos jóvenes en rebelión y seguimos en rebelión. El proceso bolivariano nos va reivindicando. Los que nos persiguieron y asesinaron a nuestros compañeros, están ante el juicio de la historia y no tienen otra opción que enfrentarse a ella, enfrentándose a los derechos populares y haciéndose cómplices de las agresiones imperiales contra la nación venezolana. Obama nos declara una amenaza y nos condena, tarde o temprano, a una probable agresión; Santos, vincula a Colombia con la Otan, una amenaza contra Venezuela y toda la región; Guyana desconoce acuerdos internacionales, viola la ley y ahí está, acompañando a la Exxon-Mobil; se trata de expulsar a Venezuela del Mercosur. Ellos sancionan a un dirigente que reconoce la posición de Venezuela, y están al lado de Wall Street, de la oligarquía colombiana que traicionó al Libertador Simón Bolívar y de la presidencia de Guyana, aliada del imperialismo petrolero. Por eso los enfrentamos en el pasado, por eso los enfrentamos hoy.
La recuperación de ciertos hechos de la historia cobra relevancia. Por ejemplo, hay que hacer lo que los adecos no se atrevieron a hacer: declarar que el edificio donde está el Hotel Alba Caracas (antes Caracas Hilton), fue el espacio donde estuvo el edificio sede de la Seguridad Nacional, la policía política de Pérez Jiménez, que torturó y asesinó  a dirigentes y militantes de AD y el PCV, y colocar ahí por lo menos una placa.
Hay que corregir esa historia que dice que el 23 de enero nació el puntofijismo. Del 23 de enero al 7 de diciembre de 1958, día en que Betancourt gana las elecciones para presidente de la república contra los votos del pueblo de Caracas y las principales ciudades del país, existió, probablemente, el único período de democracia directa que conozca nuestra historia. Decisiones fundamentales se tomaban en la calle, con el pueblo movilizado que actuaba como poder. En la calle se derrotó el golpe de Estado de Castro León para derrocar al presidente Larrazábal; en la calle se impidió que Nixon, para la época vice-presidente de EEUU, visitara el Panteón Nacional para colocar una ofrenda floral ante la tumba del libertador. Ni Nixon ni la ofrenda floral llegaron al Panteón Nacional. Nuestro templo sagrado no fue ofendido por esa huella. En la calle se obligó al gobernador de Caracas, perezjimenista, que repusiera en su puesto a Celso Fortoul, ingeniero municipal. Tengo varias décadas repitiendo esto y los que deberían escuchar no escuchan y se ofende al pueblo venezolano cuando se dice que el 23 de enero de 1958 comenzó el puntofijismo.
El 23 de enero como período de democracia directa, participativa y protagónica
El proceso de la lucha armada y la insurrección popular que ha podido ocurrir apoyada en la movilización política del pueblo, no se entienden, no se pueden imaginar, sino se comprende la naturaleza de ese período del año 1958. Fue un período de democracia participativa y protagónica. Reconocerlo ayuda a discernir mejor nuestra constitución bolivariana pues ese contenido no es una simple frase: es una historia que el pueblo venezolano construyó a partir de enero de 1958 y lo repitió en abril de 2002, cuando rescató al Presidente Chávez y expulsó a los golpistas de Miraflores. Un día la mano de la justa justicia los alcanzará. Sin venganza, sin odio.
También le deben al país los 20 mil millones de dólares que se perdieron cuando realizaron el paro petrolero para derrocar al Presidente Chávez. ¿Y los heridos, y los muertos, y el sufrimiento de la gente? ¿Cuánto vale una lágrima, cuánto el miedo, el horror, cuando se lanzaron, en pleno golpe de Estado, a perseguir a las familias chavistas en sus casas, en los barrios humildes, sin importar la presencia de niños, ancianos?
El 23 de enero de 1958 se perfila un poderoso auge  popular que se transforma en democracia directa. A eso fue enviado Betancourt, a enfrentar ese proceso con una feroz política anticomunista. No sólo contra el PCV y sus militantes, sino contra todo el que tuviera ideas y sentimientos patrios, contra todo el que quisiera una patria soberana, libre de la dominación imperial. Las fuerzas imperiales comprendieron que el auge popular del 23 de enero no lo podían enfrentar con la represión y el terror: hubiesen provocado una revolución. El pueblo se hubiese sublevado y es probable que el auge revolucionario se hubiese transformado en insurrección popular extendida por las principales ciudades de Venezuela. No en una lucha armada de vanguardias como ocurrió finalmente cuando no supimos comprender la naturaleza de ese período que se desenvolvió en 1958.
El desertor Betancourt fue importante para derrotar al movimiento popular, durante la dictadura y después del derrocamiento de esta.
Para que las fuerzas imperiales pudieran derrotar políticamente el auge popular de 1958 fue fundamental Rómulo Betancourt. Su primera tarea fue desnaturalizar la Junta Patriótica, a la que nunca respaldó. Él le opuso el Pacto de Nueva York, tutelado por EEUU, con Caldera, Villalba y Eugenio Mendoza. Es la izquierda de Acción Democrática, encabezada por Simón Sáez Mérida, contrariando a Betancourt, quien entra a la Junta Patriótica. Mientras en Venezuela se construía un tejido unitario con una participación activa del PCV, al mismo tiempo Betancourt se unía a las fuerzas imperiales para dividir a las fuerzas populares, obsesionado por un anticomunismo enfermizo. Simón Sáez tiene el mérito de unir una consecuente organización en la resistencia contra la dictadura al esfuerzo unitario que condujo al derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez.
En Venezuela para 1957 la dirección de AD había pasado a manos de la izquierda y los que creíamos en una patria unida, nos alejábamos de las posiciones de Betancourt y nos uníamos con los comunistas y las demás fuerzas patrióticas en contra del anticomunismo betancurista. Esta nueva historia le debe un merecido homenaje a Simón Sáez Mérida, el heroico Secretario General Clandestino del CEN de AD, quien conjuntamente con Silvestre Ortiz Bucarán, trabajó arduamente por la unidad de AD, el PCV y todas las fuerzas democráticas.
El aventurerismo golpista de Betancourt
Betancourt siempre se opuso a la unidad de las fuerzas antiperezjimenistas. Se centró en derrocar a Pérez Jiménez con golpes militares y el planeamiento de acciones terroristas, desestimando la movilización y la organización popular a la que llegó a tenerle temor. Esta política creó una tensión insostenible para la estructura clandestina de AD, permanentemente perseguida a muerte por la Seguridad Nacional y todas las fuerzas policiales de Pérez Jiménez. Betancourt y la alta dirección de AD, que vivían en el exilio, desestimaron esta realidad y cada vez más empujaban a la organización clandestina a una nueva aventura golpista.
Puedo citar algunas de esas aventuras. El llamado golpe de la “Dodge” fue una operación que involucró a decenas de militantes y dirigentes de AD, que se concentraron en un taller mecánico de la Dodge ubicado por la zona de Quinta Crespo. Ese golpe tenía como finalidad la toma del cuartel La Planta, que en esa época era un cuartel militar importante donde existía un cuantioso armamento militar, que sería tomado. Ese plan fue develado antes de que se ejecutara y significó la detención masiva de militantes y dirigentes de AD.
Una operación para asesinar a Pérez Jiménez con motivo de una celebración del 12 de octubre, en el lugar donde estaba la antigua estatua de Colón, cerca del parque “Los Caobos”, ahora es parte del paseo en homenaje a la resistencia indígena. Fue develado con la consiguiente razzia represiva.
Un atentado contra Pedro Estrada, en el puente Chapellín, por donde se pasaba saliendo del Contry Club. La residencia de Pedro Estrada, jefe de la Seguridad Nacional, centro de torturas y asesinatos, que ya hemos citado, estaba en la casa que hoy día es sede de la Radio Nacional. Fue develado y las consecuencias llegaron hasta la captura del Secretario General de AD eh la clandestinidad.
Simón Sáez, después de años de prisión fue expulsado del país. Luego ingresó clandestinamente y se encargó de la dirección  del Comité Ejecutivo Nacional Clandestino de AD. Él tiene el mérito de haberse opuesto a esa dinámica divisionista y haber orientado la participación de AD hacia la unidad con el PCV y demás fuerzas patrióticas, desechando las aventuras golpistas desligadas del proceso de debilitamiento del perezjimenismo que silenciosamente iba ocurriendo. El golpismo fortalecía la dictadura y debilitaba la resistencia que sufría golpe tras golpe. El PCV que no puso en práctica esa política aventurera logró preservar su estructura clandestina y su dirección, en tanto que la Seguridad Nacional de tiempo en tiempo iba capturando y asesinando dirigentes de AD.
La política betancurista fue provocando la muerte de Ruiz Pineda, Carnevali; Pinto Salinas, Luis Hurtado y otros dirigentes de AD y liquidando el movimiento sindical, campesino, estudiantil, que AD llegó a desarrollar.  Betancourt que había dejado de creer en la movilización del pueblo, no detuvo la política aventurera. Por el contrario, el fracaso de las aventuras golpistas lo condujo, no hacia la rectificación, sino a estrechar la alianza con las fuerzas imperiales, hasta convertir esas alianzas en vasallaje.
Aspectos de la política imperial en la situación de 1958, la desarticulación de la Junta Patriótica y los golpes a los liderazgos de Fabricio Ojeda y Hugo Trejo
Ya he señalado cómo a raíz del derrocamiento de Pérez Jiménez se desarrolla en Venezuela un importante auge de las luchas populares que se va orientando hacia el ejercicio de la democracia directa. El líder civil de ese proceso fue Fabricio Ojeda y el líder militar Hugo Trejo.
La evolución hacia la democracia directa se vio favorecida por el hecho de que la estructura del Estado perezjimenista quedó seriamente debilitada y desacreditada políticamente y el Estado neocolonial que encabezó Betancourt, no se va consolidando sino después de las elecciones de diciembre de 1958. Las elecciones inmediatas después del derrocamiento de Pérez Jiménez, solo podía ser un objetivo de las fuerzas imperiales. Sin embargo, fue el PCV el que lideró esta petición. La dirección de AD estaba dominada por la derecha, pero tampoco la izquierda tenía clara la situación. La verdad es que la convocatoria inmediata a elecciones era un grave riesgo y un error.
La policía política, la Seguridad Nacional, fue disuelta, La Fuerza Armada quedó a la defensiva debido a su alianza con Pérez Jiménez y su principal líder público, Hugo Trejo, estaba con las fuerzas patrióticas y en ningún momento hubiese respaldado acciones represivas contra el pueblo. El Congreso Perezjimenista está disuelto. Tampoco había una estructura judicial en condiciones de asumir una posición represiva. El Presidente de la Junta de Gobierno, Larrazábal, se mostraba ampliamente tolerante con la movilización popular.
El pueblo, animado por las victorias que va obteniendo se va posicionando de la calle sin que exista una fuerza que se atreva a reprimirlo. En esas condiciones las fuerzas imperialistas optan por una política centrada en ganar tiempo, en no reprimir la movilización popular sino enfrentarla por medios políticos, que las fuerzas de izquierda no comprendieron, por tanto, no supieron responder buscando caminos políticos para fortalecer el empoderamiento del pueblo. En consecuencia, quedaron desarmadas y sus políticas favorecieron el avance de las fuerzas reaccionarias.
Uno de los primeros objetivos de la derecha fue debilitar a la Junta Patriótica, el liderazgo de Fabricio Ojeda y progresivamente lograr la exclusión del Partido Comunista, quien tampoco supo leer lo que estaba ocurriendo, y expulsar a Hugo Trejo del país.
Desarticulación de la Junta Patriótica y la expulsión de Hugo Trejo
Desarticulación de la Junta Patriótica
Debilitar a la Junta Patriótica fue un objetivo de las fuerzas imperiales y tuvo un fiel ejecutor en Rómulo Betancourt. La Junta Patriótica fue ampliada para debilitarla y en particular, la influencia de Fabricio Ojeda, del Partico Comunista y la izquierda de AD. Con la excusa de darle más representatividad se planteó la ampliación y entrada de otros personajes, entro otros, dirigentes de AD y Copei. Para el 27 de enero, un remitido publicado por la Junta Patriótica, trae las firmas de los siguientes personajes: Irma Felizola, Manuel R. Egaña, Presbítero Hernández Chapellín, Numa Quevedo, Antonio Requena, Gustavo Lares Ruiz, Juan F. Catalá, Raúl Leoni, Lorenzo Fernández, Ignacio Luis Arcaya, Raúl Domínguez, Andrés Boulton  y Vicente Lecuna, hijo   Así comienza a debilitarse la Junta Patriótica con la presencia de la iglesia, de altos dirigentes de AD y Copei tales como Raúl Leoni y Lorenzo Fernández y de la alta burguesía como Andrés Boulton y Vicente Lecuna, h. Un viraje, que prefigura la hegemonía del Puntofijismo, que se formaliza cuando en octubre de 1958, se realiza, en la Quinta Punto Fijo, residencia de Rafael Caldera, la firma del pacto entre Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
Evidentemente esto debilitó el liderazgo de Fabricio Ojeda, de la Junta Patriótica y fue fortaleciendo el de los viejos caudillos de la política venezolana, que venían de la generación del 28. Liderazgo que se había debilitado pues todos salieron al exilio y habían perdido contacto con el pueblo.
Expulsión de Hugo Trejo
La desnaturalización de la Junta Patriótica tenía que ser complementada con la expulsión de Hugo Trejo. Este se había transformado en un líder militar que frecuentemente daba conferencias por la TV, en institutos educativos, en barrios, etc. De hecho, se había convertido en líder popular, en alguien que hablaba claro.  Sobre todo despertaba los celos de Betancourt, quien estaba atento de cualquier liderazgo que pudiera rivalizar con el que él estaba tratando de consolidar.
Se organizó una conspiración contra Hugo Trejo y muy pronto todo estuvo listo para su salida del país. La izquierda no midió el peligro y no reaccionó movilizando al pueblo.
Un núcleo de la juventud de AD, del cual yo formé parte, tomó, con el apoyo de las autoridades distritales, el multígrafo de la casa distrital de AD, ubicada hacia el centro de Caracas, entre las esquinas de Toro a Pineda, si no recuerdo mal. La noche entera la pasamos imprimiendo miles de volantes, que en la mañana, unidos con la Juventud Comunista, repartimos por las aulas y pasillos de la UCV convocando a una gran asamblea en el Aula Magna, para explicar la situación y luego salir a la calle en una gran marcha hacia el centro de Caracas, respaldando a Hugo Trejo y rechazando su salida del país.
Jesús Carmona, presidente de la FCU, era militante de la Juventud de AD y a él se le comisionó para hablarle a la asamblea del Aula Magna con el fin de invitar a los participantes a salir en manifestación hacia la calle, como lo habíamos hecho tantas veces.  Estábamos seguros de que el pueblo de Caracas, como otras veces, seguiría a los estudiantes en esa marcha por la dignidad, en defensa del proceso democrático del 23 de enero.
La dirección de AD, empujada por Betancourt, se movilizó y habló con Jesús Carmona, a quien convenció para que frustrara la salida a la calle de los estudiantes, empleados y profesores de la UCV. Entonces, Jesús Carmona, desobedeciendo las instrucciones de la dirección de la juventud de AD y en particular de la dirección universitaria, que yo coordinaba, hizo una intervención vacía, monótona, desestimulando a los estudiantes. No fue posible sacar la marcha, que sin duda, hubiera cambiado el rumbo de los acontecimientos. A los días, mucha gente con lágrimas en los ojos, despedía a Hugo Trejo en el aeropuerto de Maiquetía, cuando salió rumbo a Costa Rica, como embajador. Sabíamos que con ese viaje mucho se estaba perdiendo. Eso ocurrió en abril de 1958.
Las fuerzas imperiales se movieron rápido. Para abril de 1958 ya habían debilitado a la Junta Patriótica y habían expulsado a Hugo Trejo. El Partido Comunista, en esa ocasión nos dejó solos. Era el único partido que podía moverse con independencia e influir en el movimiento de masas. No lo hizo, quizás por el chantaje de que no se podía romper la unidad, pues eso favorecía a los perezjimenistas que supuestamente trabajaban por recuperar el poder.
La tregua obrero-patronal y el fantasma del retorno del perezjimenismo
Las fuerzas imperiales y su principal aliado, la burguesía interna, continuaron moviéndose con gran rapidez, mientras en la calle no podían detener el avance de la democracia directa. Lo iban deteniendo tras bastidores, manipulando a las direcciones tradicionales de la izquierda.
Se inventaron que cualquier política radical, que rompiera el espíritu unitario del 23 de enero, podía conducir al retorno del perezjimenismo y al peligro de una nueva dictadura pues, hacían creer, que este, el perezjimenismo, estaba vivo en la fuerza armada y podría dar un nuevo golpe de Estado imponiendo una dictadura. Ciertamente, había rezagos revanchistas en las fuerzas armadas, pero objetivamente no tenían capacidad alguna para dar un golpe de Estado y revertir el proceso iniciado en enero de 1958. El verdadero peligro que la derecha veía era el avance de la democracia directa que se mantenía en la calle y recurrió a todos los ardides y maniobras para detenerlo, neutralizando a la eventual dirección de izquierda que podría haberlo conducido.
Gustavo Machado, dirigente del Partido Comunista, muy respetado y querido, se destacó por las denuncias que hacía de las conspiraciones dentro de la fuerza armada. Que eran ciertas, pero que los titulares de la prensa magnificaban y creaban una situación psicológica de nerviosismo.
En ese proceso se firmó la llamada tregua obrero-patronal, que estableció la suspensión de las huelgas por aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo. El argumento fue que lo más importante era la defensa de la democracia que permitiera llegar a unas elecciones en las que se dirimieran las diferencias y conflictos de manera negociada y consolidar así la democracia y la defensa frente a las amenazas del perezjimenismo. No se crea que fue simplemente un espíritu de entrega de los dirigentes de izquierda. No, fue más bien la imposibilidad de leer una situación confusa y ver la luz dentro de un panorama oscuro pleno de acechanzas. Desde lejos es fácil juzgar. Yo me propongo, más que condenar, tratar de comprender, aprender y utilizar ese aprendizaje para saber navegar hoy, cuando hay complejas interrogantes y confusiones.
Lo cierto es que el chantaje con el fantasma del perezjimenismo que acechaba a la vuelta de la esquina, funcionó y llevó a la moderación del PCV y a un intenso trabajo de este partido para tratar de consolidar un espacio democrático después de la caída de Pérez Jiménez. La dictadura de Pérez Jiménez fue extremadamente salvaje y por supuesto, para algunos de los que la habían vivido era razonable trabajar para que no se repitiera. No se sabía que la continuación de la cuarta república, bajo el esquema puntofijista, en muchos aspectos, sería peor.
En ese proceso se firmó la tregua obrero-patronal, que suspendía el derecho de huelga y contrariaba el proceso de democracia directa que ya hemos mencionado.
El llamado a elecciones como señuelo
Como ya señalé, con la caída de Pérez Jiménez hay una quiebra de la institucionalidad, que se convierte en uno de los factores que propicia el desarrollo de la democracia directa, participativa y protagónica.
La dominación capitalista necesitaba urgentemente reconstruir esa institucionalidad y la manera que ellos utilizan es la convocatoria a elecciones bajo las condiciones de la democracia representativa. Para el movimiento popular, aplazar esas elecciones y prolongar los procesos de democracia directa, de democracia desde la calle, era de una gran importancia.
Pero esto no fue comprendido por la izquierda y el PCV era de los más entusiastas convocantes de las elecciones inmediatas. En las condiciones de la época esto es comprensible.
A pesar de eso, la política del PCV fue la más cercana a la población que protestaba. No fue casual que en las elecciones de diciembre de 1958 este partido sacara una importante votación, particularmente en Caracas, que llegó a conocerse como Caracas la roja.
Precisamente, el triunfo de Betancourt en las elecciones del 07 de diciembre de 1958, fue el inicio de una contraofensiva de parte de la dominación del capital orientado a liquidar por largo tiempo las fuerzas de la revolución. Tratar de cortarlas de raíz, por eso la violencia, la crueldad y la represión amplia y sin límites que se desplegó después de la victoria de Betancourt.
Las llamadas etapas de la revolución y la confusión que ello generó
Este es un tema complejo que apenas voy a esbozar, Espero saber explicarlo en breves palabras.
La revolución Rusa de 1917 fue un proceso complejo que luego trató de ser esquematizado, en dos revoluciones, la llamada revolución de febrero (marzo en el calendario gregoriano) y la revolución de octubre (noviembre en el calendario gregoriano). En verdad no hubo dos revoluciones sino un solo proceso revolucionario que fue pasando por distintos momentos y sucesos, no etapas.
Ese proceso se esquematizó estableciendo que la revolución de febrero, en la que los revolucionarios pactan con Kerensky, asociado a la burguesía, representó una primera etapa de revolución considerada democrático-burguesa. La revolución de octubre representa la etapa socialista caracterizada por el triunfo de los revolucionarios sobre las fracciones burguesas. También se habla del establecimiento de la dictadura del proletariado.
Esta visión se institucionalizó y en la III Internacional dirigida por Stalin, generalmente los partidos comunistas estuvieron esperando la revolución burguesa, que desarrollaría las fuerzas productivas y la clase de los proletarios, la clase llamada a ser vanguardia de la revolución. Es decir, la revolución burguesa era una etapa necesaria para crear las bases materiales del socialismo. Por tanto, una necesidad.
Lo que ocurrió entre febrero y octubre en Rusia fue un solo proceso de   transformaciones revolucionarias y no dos etapas, una burguesa y otra socialista.
Para 1958 este imaginario está extendido entre los revolucionarios del mundo y por supuesto, de Venezuela. Unido a otros imaginarios, que surgían de creencias del siglo XIX y el siglo XX. Por ejemplo la idea de que los civiles eran republicanos, democráticos y los militares bárbaros y dictatoriales. Entonces, cuando el pueblo venezolano se lanza a la calle protestando por la presencia de militares perezjimenistas en la junta de gobierno, el Partido Comunista respaldó y difundió la consigna, civiles a la junta, que fue la que retumbó en las calles.
Salieron de la junta de gobierno el “Turco” Casanova y Romero Villate, militares, y entraron a la junta, Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, representantes de la dominación del capital, pero civiles. Además, ello se prestó a la lectura de que entrábamos en la etapa de la revolución democrático-burguesa, que desarrollaría las fuerzas productivas y multiplicaría a los trabajadores, la clase social destinada  a enterrar al capital. En principio, no fue una falta de comprensión, sino una comprensión equivocada que tenía serias raíces en el pensamiento socialista internacional.
Fue necesaria una revolución en el pensamiento y en las prácticas políticas revolucionarias, para que la posibilidad de poder comprender procesos complejos y las políticas correspondientes, fuera posible. Avanzados los años 60 y en las décadas siguientes, fue cuando esa revolución en el pensamiento (que ya venía de antes), se fue generalizando y materializando.
Se fueron desechando ideas: las etapas de la revolución (una burguesa y otra socialista), la revolución en un solo país y muchos otros prejuicios y ha ido creciendo un florecimiento de las ideas  y las prácticas, de las organizaciones, se ha dado el surgimiento de las redes como otras formas de organización, la revolución de la información, las transformaciones del campo de batalla y nuevas doctrinas sobre la guerra, la defensa y la seguridad… Otro mundo y otros mundos han aparecido y navegamos en tiempos procelosos, difíciles de comprender, incluso de imaginar, si el pensamiento no se libera y el hacer y el pensar, son un sentir pensar, que revoluciona y se revoluciona permanentemente. Pero de esto hablaré en otro lugar. Las ciencias deben complementarse con la poesía y las artes y por supuesto, con las herencias de la hoz y el martillo.
La crisis de AD y su desenlace
Durante los diez años de la dictadura perezjimenista, la situación interna de AD se movió en una permanente tensión entre diferentes corrientes con diversos enfoques sobre la situación del país y las políticas para enfrentarla. En forma esquemática esas corrientes fueron tres: la derecha encabezada por Betancourt; la izquierda encabezada por Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida y un grupo de centro encabezado por Raúl Ramos Jiménez y Paz Galarraga, que fue bautizado por Rómulo Betancourt, como el grupo ARS (nombre de una empresa de publicidad de la época cuyo lema era, permítanos pensar por Ud.).
En la coyuntura de 1958 esas tensiones se incrementaron. La novena Convención Nacional de AD, realizada en agosto de 1958 (la primera después de la caída de Pérez Jiménez) fue escenario para el desarrollo de estas contradicciones. El conflicto más encendido se vinculó con la elección de la dirección nacional. Las tres corrientes se mantuvieron en pugna sobre este punto. La izquierda ha debido pactar con el grupo ARS y respaldar a Ramos Jiménez para la Secretaría General del partido, con la finalidad de arrebatársela al betancurismo y con ella la mayoría de la dirección nacional. Domingo Alberto Rangel se opuso a esta solución y la izquierda lanzó la candidatura de Domingo Alberto a la Secretaría General. Betancourt pacto con el grupo ARS, Jesús Paz Galarraga, fue electo para la Secretaría General y la izquierda salió apaleada por debajo de su verdadera influencia.
La lucha interna, con AD en el gobierno y Betancourt como Presidente, se fue agudizando. La izquierda fue conquistando posiciones y Betancourt sintió amenazada su autoridad y se planteó la división de AD, expulsando a los líderes de la izquierda.
Hoy día pienso que la izquierda ha debido continuar trabajando por aislar a Betancourt tomando como base las políticas antipopulares que este estaba emprendiendo desde el gobierno. La izquierda tenía mucho que ganar y Betancourt mucho que perder. La impaciencia de algunos dirigentes precipitó los planes divisionistas de Betancourt, a quien le convenía la división y sacar de AD a aquellos que ponían en peligro su liderazgo. Así se conformó la primera división que dio origen al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en abril de 1960.
Hoy día yo creo que la dirección de la izquierda de AD ha debido demorar la división y dejar que la crisis se  profundizara más y también el descrédito del gobierno betancurista. Que la crisis se profundizaba y con ella la crisis de AD, lo prueba que no pasó mucho tiempo sin que AD se volviera a dividir, con el surgimiento en 1962, de AD-Oposición, disidencia encabezada por el grupo ARS.
Un poco más tarde, en 1967, se volvía a dividir AD, por la disidencia de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Es decir, el antiimperialismo no se agotó en AD con la salida de la izquierda de AD, que conformó el MIR. Es comprensible el radicalismo del MIR, del cual formé parte y era difícil no disentir con fuerza ante los atropellos de Betancourt. Pero los falsos radicalismos de gente como Gumersindo Rodríguez, que precipitaron los llamados insurreccionales absolutamente a destiempo, que nos aislaban de la militancia accióndemocratista y fortalecían a Betancourt, nos hicieron mucho daño.
El Mir tenía un periódico que se llamaba Izquierda, que alcanzaba un tiraje cada vez mayor, y se iba convirtiendo en un vocero de la calle. Gumersindo escribió un editorial incendiario llamando a la insurrección, que provocó el cierre del periódico. Al poco tiempo Gumersindo había salido para Londres a estudiar economía y nos dejaba a nosotros bajo la feroz persecución betancurista. Él es uno de los responsables de la derrota. Reapareció en 1974 como ministro de planificación de Carlos Andrés Pérez y fue quien elaboró el V Plan de la Nación.
Una izquierda fuerte era lo que necesitaba el auge popular que se inició en 1958. Por el contrario, las equivocadas percepciones de la izquierda no favorecieron la profundización de las luchas populares. Las llamadas condiciones objetivas iban madurando como para impulsar una revolución, pero los factores subjetivos (la dirección política) no supieron llevar el pulso de los acontecimientos. Es mi creencia.
Betancourt empuja hacia la lucha armada
En condiciones de un auge popular que se prolongó desde 1958 hacia el principio de los 60, la política imperial fue llevando a pulso la situación. No se precipitó reprimiendo al pueblo en 1958, preparó meticulosamente el triunfo de Betancourt en las elecciones de 1958, se preparó para tratar de acorralar a las organizaciones de izquierda después del triunfo de Betancourt, dificultando la organización de las luchas sociales, obstaculizando la vida legal y provocando permanente conflictos violentos.
La democracia administrada por Betancourt se fue transformando cada vez más en una democracia restringida y restrictiva de los derechos sociales y políticos. La expulsión de la izquierda de las filas de AD fue parte de esta política.
Se transformó la vida política en un proceso lleno de restricciones y de acoso policial y militar. Fue una provocación permanente basada en la violación de la legalidad por parte del Estado, lo que convertía a las acciones legítimas  y legales de la lucha social, incluso gremial, en actos sujetos a violentas medidas de parte de las fuerzas gubernamentales.
El paquete económico de Betancourt y la aplicación de la  Ley sobre Vagos y Maleantes.
Cuando cae Pérez Jiménez se fue precipitando una crisis social por el problema del empleo. Entonces, el presidente Larrazábal diseñó una política de empleo masivo que se denominó Plan de Emergencia. Dicho plan consistió en dar trabajo a miles de personas reparando vías, limpiando las calles, cortando la maleza de las orillas de las carreteras, etc.
La política antipopular de Betancourt lo llevó a poner en práctica medidas asociadas a lo que hoy son las políticas neoliberales. Las medidas básicas fueron rebajar en 10% los sueldos a los empleados públicos y eliminar el plan de emergencia, con lo cual dejó en la calle, sin empleo, a miles de trabajadores.
Las manifestaciones de desempleados llenaron las calles y autopistas del país durante 1959. Dichas manifestaciones fueron enfrentadas por la guardia nacional y demás cuerpos represivos,
Estaba vigente la Ley sobre Vagos y Maleantes, absolutamente clasista, que declaraba a los desempleados sujetos de esa ley, es decir, vagos. Cualquier desempleado podía ser detenido sin necesidad de ser presentado ante un tribunal y podía ser encarcelado indefinidamente.
Las manifestaciones de desempleados fueron enfrentadas con esta ley, que les negaba todos los derechos políticos. Betancourt entonces creó lo que él llamó el “hampoducto”. A las manifestaciones de desempleados se llevaba una flota de autobuses, que eran llenados con trabajadores conducidos violentamente a las colonias móviles de El Dorado, en medio de la Selva, donde se llevaba a los peores delincuentes y su aislamiento era garantía de violaciones masivas de los más elementales derechos humanos. De hecho, eran un centro de tortura.
Pero también dichas manifestaciones fueron enfrentadas a sangre y fuego. Betancourt no sólo aplicó la Ley sobre Vagos y Maleantes contra las manifestaciones de desempleados. Pese a la represión dichas manifestaciones continuaban creciendo. El agosto de 1959, en la plaza La Concordia, Betancourt ordenó a la Guardia Nacional abrir fuego contra la población de desempleados. Tres muertos, 70 heridos y centenares enviados a las colonias móviles de El Dorado, fue el resultado.
Estas políticas represivas fueron aplicadas también a las movilizaciones políticas de izquierda y Betancourt fue generalizando la represión para contener el auge de las luchas populares, política que culminó con la famosa orden, propia de una dictadura: “disparar primero y averiguar después”, la que violó garantías constitucionales esenciales.
La Ley sobre Vagos y Maleantes y la orden “disparar primero y averiguar después”, dejaron claro que Betancourt iba a resolver la crisis mediante un enfrentamiento armado.
La izquierda debió desarrollar y profundizar la conexión con el pueblo que se mantenía en disposición de lucha y mantenerse en la calle retando al gobierno, colocándolo a la defensiva política y obligándolo a depender cada vez más de la violencia para contener las luchas populares. Desenmascarándolo nacional e internacionalmente como un gobierno antidemocrático, represivo y violento, frente a un pueblo en movimiento, haciendo uso de sus derechos constitucionales frente a un gobierno que los iba restringiendo cada vez más. Sobre todo porque Betancourt tenía un sólido respaldo internacional, avalado por las redes asociadas al Departamento de Estado de EEUU.
Se requería paciencia, sabiduría táctica y estratégica y mantenerse firme en la defensa de la legalidad (pero preparándose pacientemente para la resistencia), frente a un gobierno que se empeñaba en violarla sistemáticamente.
La izquierda estaba obligada a ganarle la batalla política nacional e internacional al gobierno de Betancourt, con la convicción de que si era necesario llegar a la lucha armada esta debía ser una decisión tomada con amplios sectores del pueblo y no por vanguardias armadas, heroicas, que se fuesen colocando al margen del estado de ánimo de la población por más que la represión betancurista actuara como un factor de provocación.
Influencia de la victoria de la lucha guerrillera en Cuba
Sin embargo, el ejemplo del triunfo más o menos rápido de la lucha guerrillera cubana, resultaba un estímulo para que los revolucionarios venezolanos tomasen el camino de la lucha armada sin cuidar la firme conexión con la población. Debía ser una guerra del pueblo, no de grupos aislados. Consignas tales como si sigue la peinilla haremos la guerrilla, contra la violencia reaccionaria violencia revolucionaria, fueron calando en el ánimo de militantes de izquierda de nuestro país y comenzaron a surgir los primeros núcleos armados, casi de manera espontánea.
Pero nuestra situación era muy diferente. El gobierno de Betancourt no era el gobierno de Batista. Pese a la crisis y al auge popular, Betancourt contaba con un sólido respaldo de masas. AD estaba organizada hasta el último rincón del país y era un partido con ciertos niveles de combatividad. Además, Acción Democrática tenía un importante control de los sindicatos y de las organizaciones campesinas. Contaba también con el respaldo de Copei, un sólido apoyo internacional y sobre todo en la región latinoamericana.
En la medida que la izquierda se fue radicalizando y tomando el camino de la lucha armada sin una clara conexión con la población, se fue aislando de ella. No simplemente por la lucha armada sino por la forma como esta se fue implantando. Al margen de la movilización de la población. En lugar de ser combinada a partir del estado de ánimo de la población, se fue yuxtaponiendo con el desarrollo de las luchas populares. Esto condujo al aislamiento, a que el pueblo fuera por un lado y las vanguardias revolucionarias por otro.
Las elecciones de diciembre de 1963 y la confirmación del aislamiento con respecto a la población
Para las elecciones de 1963 la izquierda no ha debido llamar al boicot, que fue más allá de la abstención. El la separó más de la población, que estaba resuelta a votar. En verdad ha debido hacer campaña por Larrazábal y tratar de derrotar a Betancourt, pues la derrota de Betancourt hubiese dificultado seriamente la estrategia imperial.
Entre votos nulos y abstención apenas se sobrepasó el 10% del censo electoral. Los esfuerzos de la izquierda en 1963 fueron supremos. Nos jugamos el todo por el todo, pero no tomamos en cuenta la combinación adecuada de las diversas formas de lucha y muy especialmente el mantenernos al lado del pueblo en la lucha por sus derechos. La dirección política de la época, hasta donde sé, no se planteó ese problema.
El resultado medido en término de resultados electorales, fue por supuesto una frustración. La conclusión clara es que nos habíamos equivocado y había que rectificar. Pero cuando nos hemos comprometido hasta los tuétanos con una política, no es fácil la rectificación. Es más fácil buscar culpas y perseverar en los errores.
El asunto puede parecer sencillo: retomar el camino de la conexión con las luchas del pueblo, pero el pueblo ya no era exactamente el mismo. También el triunfo de Betancourt  había derrotado a los sectores avanzados de la población, los que en Caracas, en diciembre de 1958 se alzaron contra la victoria de Betancourt y luego en 1959, 60, 61, 62 y 63, habían sido severamente reprimidos: enviados al dorado, detenidos, apaleados, torturados… La derrota de Betancourt de alguna manera los hubiese reivindicado.
Muchos de ellos fueron apoyo de las acciones armadas, en la logística y los diversos correajes que mantuvieron los combates. También ellos fueron derrotados. La reflexión tenía que ser profunda y ello comprometía las responsabilidades de la dirección. El drama de la derrota fue más serio de lo que se supone.
1964 y el gobierno de Leoni, significaron una agudización de la represión, de la violencia imperial, la que sabiéndonos derrotados, venía a completar el trabajo. La piedad, si es que alguna vez existió, desapareció del diccionario político. Se profundizó la política de los desaparecidos, las torturas se hicieron más sistemáticas y tecnificadas, se formaron los primeros batallones de boinas verdes y con ellos, la intervención de asesores estadounidenses o enviados por EEUU, en todos los campos: en la contraguerrilla, en las torturas, en los golpes a la población orientados a sembrar el terror. Quien no haya vivido y sufrido la lucha revolucionaria de Venezuela en la segunda mitad de los años 60 y y los años 70, no sabe bien que fue lo que pasó. Todos los demonios del terror se desataron y resistimos con valentía y honor. Una historia heroica se fue escribiendo. Los que vivimos somos literalmente sobrevivientes. Sin embargo, la rectificación tardó en llegar.
Cuando nosotros fundamos la Liga Socialista ello fue un intento serio de rectificación. Cuando yo señalé comenzando los años 80, que el movimiento popular era diverso, que había que trabajar esa complejidad y esa diversidad con los movimientos sociales, que lo concepción leninista del partido no era suficiente para recoger toda la complejidad de corrientes y tendencias que se movían en el seno del pueblo: los diversos marxismos y socialismos, las diversas corrientes cristianas, los grupos patrióticos, etc. Las diversas formas de organización… Esto pareció una herejía y surgieron voces de condena. Yo debí retirarme de la Liga Socialista.
Pero cuando apareció Hugo Chávez, se confirmó todo eso y más, Y el Chavismo es esa confluencia de movimientos, saberes y prácticas y precisamente, el PSUV no ha sabido que hacer con eso y ese debate sigue. He escrito extensos trabajos sobre este tema que aspiro publicar en algún momento.
No fue por falta de valor que fuimos derrotados
Después del auge popular de 1958 y principios del año 60, vivimos varias décadas de aislamiento. La derrota la pagamos bien cara, pero nunca nos rendimos. Supimos llorar, honrar y enterrar a nuestros muertos y seguir adelante.
La derrota de la lucha armada no se debió a falta de valor. Los venezolanos luchamos con valentía y perseverancia y nos enfrentamos con dignidad a las cámaras de tortura, a la represión, a los asesinatos, a los lanzamientos desde helicópteros, a las delaciones, al hambre, la sed, el aislamiento… Nunca nos hemos rendido. Nadie fue más valiente que nosotros y más perseverante. Ni nosotros más valientes y perseverantes que otros. Todos luchamos sin descanso. Ese no fue el problema. Después vino el drama, la tragedia de las dictaduras del Cono Sur. Los venezolanos sabíamos de qué se trataba. Por eso nuestra solidaridad fue ilimitada como bien lo saben los compañeros chilenos, uruguayos y argentinos.
Estoy orgulloso de haber participado en la lucha guerrillera
Yo no estoy arrepentido de haber participado en la lucha guerrillera. Buena parte de lo que soy, mi formación, mi interés por la fraternidad y la solidaridad, mi capacidad de análisis, mi interés por escribir, por dar testimonio, por el arte, etc., todo esto se fortaleció por mi participación en la guerrilla y nunca me considero exguerrillero. Sigo siendo guerrillero, esa es una visión de la vida, no necesariamente asociada a la violencia, a la guerra. Es un sentir  pensar, una manera no convencional de buscar soluciones o de plantearse los problemas. Un guerrillero que hoy está muy claro en que la posibilidad de derrotar al imperio tiene que ver con la necesidad de derrotarlo políticamente y silenciar sus cañones, impidiéndole apretar el gatillo.
La paz es la mejor arma para derrotar las guerras imperiales y en ese sentido el presidente Maduro lo ha hecho muy bien. Invito a leer en mi libro Geopolítica de la Liberación, el capítulo que se denomina Estrategia Imperial de Guerra Permanente. Lamentablemente la Editorial El Perro y la Rana, tiene paralizada la edición de este libro y no se consigue por parte alguna.
Preguntas al pasado para hablarle al presente y al futuro
Hoy es posible mirar hacia atrás y ver algunos asuntos. Fue muy difícil en el momento en que estaban ocurriendo. No había referentes muy claros y la generalidad de las experiencias internacionales recientes apuntaban y validaban lo que las direcciones políticas de la época hicieron.
Veníamos saliendo de una década de dictadura sin muchas posibilidades de hacer un debate esclarecedor. Hubo atisbos e intentos, pero lo que aparecía en la superficie no era suficiente.
La experiencia cubana fue sumamente original y no era repetible mecánicamente. Cualquier imitación estaba condenada al fracaso. No es casual que no se haya podido repetir con éxito en ninguno de los lugares donde se intentó imitarla y en donde, como en Venezuela, Cuba prestó una ayuda invalorable. Cuando los voluntarios cubanos llegaron a Venezuela, ya la lucha armada estaba derrotada.
Quizás Fabricio Ojeda no ha debido retirarse del Congreso Nacional cuando lo hizo. Es probable que se haya debido aplicar la afirmación de Lenin según la cual, si no tienes fuerza para destruir las instituciones burguesas, debes permanecer en ellas para destruirlas desde dentro. Todas estas son interrogantes que nos podemos hacer hoy, sin emitir juicios de valor sobre las decisiones tomadas ayer. Desafortunadamente ya no las podemos hablar con Fabricio, quien tenía ilimitadas cualidades pedagógicas.
Pero Fabricio tenía confianza en que la lucha guerrillera a iba prender y extenderse. Era un problema de tiempo. ¿Si figuras como Fabricio y Argimiro Gabaldón no hubiesen muerto, la historia ha podido ser otra? Ellos eran figuras unitarias, con un gran peso, autoridad y respeto y con dotes especiales de liderazgo ¿Ellos han podido ser ese factor subjetivo que tanta falta hizo? La muerte de ellos y de muchos otros quizás pesó más de lo que podemos suponer. Quizás ese fue uno de los éxitos mas importantes del enemigo: los asesinatos selectivos y también extendidos liquidando a dirigentes y cuadros medios por todo el país. Estas razias tuvieron un efecto devastador que quizás no se ha ponderado lo suficiente.
Yo creo, sin embargo, que después de los resultados de las elecciones de diciembre de 1963, hemos debido realizar un repliegue en las organizaciones armadas y establecer, que las luchas pacíficas, legales e ilegales, pasaban al primer plano y realizar esfuerzos supremos por sembrarnos y ser unos más, en el seno de la población. Pronto comenzaron a renacer las movilizaciones populares y a ellas hemos debido dedicarles la máxima atención.
La organización guerrillera no debía desaparecer. Ella debía tener la tarea fundamental de construir una sólida estructura logística y de retaguardia, una conexión intercontinental con todos los movimientos similares. Sólidas bases de apoyo para enfrentar y resistir la violencia imperialista que iba a seguir golpeando al movimiento popular. Pero debía realizarse un cese al fuego y adoptar una táctica puramente defensiva en el plano militar, Esto plantea muchas interrogantes. Sobre todo en la convivencia simultánea de estructuras pacíficas y no pacíficas como una totalidad complementaria e integrada. Estoy consciente de esto y tuvimos la experiencia de la convivencia de la OR y la Liga Socialista. En todo caso, ninguna de estas propuestas es concluyente. Son ideas para el debate.
Sin embargo, queda la pregunta ¿no habernos sabido mover en medio del auge popular de 1958-60; no haberlo sabido conducir hacia un enfrentamiento exitoso con el betancurismo, aislándolo y propinándole derrota tras derrota en las luchas populares ,pacíficas, legales e ilegales, no será el centro de nuestro diálogo? Hace falta más investigación, más intercambio fraterno de ideas y experiencias, sin la manía de buscar culpables pues eso no conduce a nada. Mejor dicho, sí conduce, a peleas, divisiones, enfrentamientos y nuevas derrotas. Eso ya lo hemos vivido.
A nosotros nos tocó llevar adelante experiencias nuevas y probarlas ofrendando la vida, algunos sobrevivimos y otros no. De hecho, todos los que vivimos somos sobrevivientes y tenemos el deber de hablar por los que no tienen voz. Lo que implica una seria responsabilidad. No podemos abrir la boca sino desde lo constructivo y positivo.
Hoy día ha madurado una tendencia a ponderar con madurez y seriedad lo que tiene que ver con la lucha armada. Ello se relaciona  con que ya vivimos una lucha armada, que si no triunfo en sus objetivos, triunfó en cuando a mostrar la experiencia y lo que no se debe hacer. En consecuencia, hoy el camino de la lucha armada no puede asumirse irresponsablemente pues los errores no se resuelven como en las luchas pacíficas y legales, con un análisis profundo y minucioso donde se precisen responsabilidades, los éxitos, los errores, las críticas y autocríticas correspondientes.
En la lucha armada, además de eso, generalmente hay vidas perdidas, compañeros detenidos y torturados, etc. Esto no se resuelve simplemente con críticas y autocríticas. El asunto es mucho más serio.
Chávez y el chavismo no aparecieron por milagro, aun cuando en las revoluciones hay mucho de milagroso. Chávez y el chavismo son también el resultado del proceso histórico de las luchas venezolanas y dentro de ese proceso histórico la lucha armada de los 60 y 70, ocupa, entre otras razones por reciente, un lugar destacado. Hay continuidades y rupturas. Establecerlas es muy importante.
La petrodolarización de la política
Con la derrota de la lucha armada se fue consumando progresivamente la petrodolarización de la política. Adiós al heroísmo, adiós a la militancia comprometida, desinteresada, al apoyarse en las propias fuerzas. Esto lo resumió alguien una vez con el grito de Patria o heridas leves y la tendencia a que la militancia debía asociarse a algún cargo público y la necesaria ayuda oficial para emprender alguna iniciativa. Adiós a la autogestión, a las “batidas” con un pote para recoger colaboraciones. No, eso pasó a ser una tontería. Algo “balurdo”.
Esto se agudizó con el chavismo. Fue difícil pensar en un dirigente juvenil que a su vez no tuviese un cargo público, un autobús pagado o un pasaje por avión. El problema es que esto se hizo consustancial con la militancia y no algo complementario o accidental.
Sobre esto volveré más adelante.

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